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Código de Etica del Colegio de Médicos
 

 


 

                                JURAMENTO MEDICO DE LA ASOCIACION MEDICA MUNDIAL
               (Adoptado por la II Asamblea General de la Asociacion Medica Mundial, celebrada en Ginebra en 1948,
                               por lo que se le conoce también con el nombre de "Declaracion de Ginebra".)


         "En el momento de ser admitido como miembro de la profesión medica:

PROMETO SOLEMNEMENTE consagrar mi vida al servicio de la humanidad;

OTORGAR A MIS MAESTROS los respetos, gratitud y consideraciones que merecen;

EJERCER mi profesión dignamente y a conciencia;

VELAR solicitamente, y ante todo, por la salud de mi paciente;

GUARDAR y respetar los secretos a mi confiados;

CONSIDERAR como hermanos a mis colegas;

HACER CASO OMISO de credos politicos y religiosos, nacionalidades, razas, rangos sociales, evitando que estos se interpongan entre mis servicios profesionales y mi cliente;

VELAR con sumo interés y respeto por la vida humana, desde el momento de la concepción y,
aún bajo amenaza, no emplear mis conocimientos médicos para contravenir las leyes humanas;

SOLEMNEMENTE Y ESPONTANEAMENTE, bajo mi palabra de honor, prometo cumplir lo antedicho".

 


  El codigo de ética : modelo para actualizar                                             

Parece que el tema de la ETICA ocupa hoy, como nunca, un lugar preferencial en el discurso solemne de la sociedad a fines del Siglo XX. Políticos y empresarios adquieren status y buen tono si hablan de ETICA; y el mercado del discurso moral exige mucha competividad a los distraídos predicadores tradicionales.

En realidad, y en buen romance, lo que pasa es que la ETICA, como ingrediente de la conducta y de la personalidad humana, brilla por su ausencia. No es que la gente suene con vivir y ser cada vez mejor, moralmente hablando. Lo que pasa es que ya no se puede ni siquiera vivir.

La frase de que "estamos ante una crisis de valores" es del consumo diario en todos los niveles y ordenes sociales y culturales, y se expresa de múltiples formas lexicales y semiológicas. Hace referencia a una verdadera debacle en nuestra supuesta "civilización". Y aunque no se ha desatado una onda propiamente milenarista, como algunos intelectuales tal vez esperaban y pronosticaban, de todos modos los avatares de la vida humana (que siempre parece haber sido un "valle de lagrimas") se han venido expresando en hitos y terminos, mas o menos terribles, como amenaza nuclear, contaminación, fundamentalismo, violencia, terrorismo, inflacion, desempleo, Sida, cancer, escepticismo frente a la politica, delincuencia, trafico de drogas, violaciones multiples, hambre, abandono de los ninos, destrucción de la familia. Pese a muchos y grandes avances en diversas líneas del desarrollo humano, los pensadores probablemente están de acuerdo en que la cosa, en general, simplemente no funciona o no funciona como seria mínimamente deseable (si es que alguna vez funciono bien, tanto en sentido mecánico como en sentido propiamente moral).

En este contexto, cuya descripción ya es estandar y de rutina en nuestra percepción de la actualidad terráquea y mundial, los profesores de ETICA o FILOSOFIA MORAL -antes que nada como observadores de la vida y de la historia humana- nos preguntamos que significación pueden tener hoy los códigos de ética de los Colegios Profesionales (si es que alguna vez tuvieron alguna significación importante). Por eso nos parece que puede valer la pena detenernos a estudiarlos y llegar a alguna conclusión sobre su importancia y su vigencia.

De seguro que todos tenemos ya, de antemano, un pre-juicio y una respuesta. Porque por poca información que tengamos, creo que podemos estar seguros de que, por ejemplo, a los historiadores, antropológos, sociologos, psicologos y analistas sociales peruanos, no se les ha ocurrido nunca ni siquiera mencionarlos en la, sin duda, rica bibliografía sobre la realidad nacional. Pero si, ademas, nos tomamos la molestia de preguntarles a los profesionales colegiados sobre la importancia de su código de ética y su juramento, podemos estar seguros de que nos responderán generalidades, no han leido nunca el tal código de ética (o por lo menos ya no lo recuerdan) y no serán pocos los que -si hablan sinceramente- confesarán que en realidad todo éso no tiene ninguna importancia y que lo que interesa es la conciencia personal de cada uno. Es decir, el juramento de honor de un código de ética profesional,   es una ceremonia que puede ser mas o menos "solemne" y "social" (es decir corbata o vestido largo) por la que hay que pasar para recibir oficial y publicamente el permiso o licencia para el trabajo profesional (en aquellas profesiones donde la ley manda que la autorizacion estatal se obtenga a través de un colegio profesional). 

De todos modos, el tema y fenomeno de los códigos de ética de los colegios profesionales tiene un relativo y lógico interés para los profesores de ética o de filosofía moral, sobre todo si se trata de cursos dirigidos a universitarios próximos a graduarse como licenciados. Nos interesa opinar -aunque no sea sino en un par de horas durante el Curso- sobre la manera en que se han formulado explícitamente (en artículos y cláusulas) una serie de "imperativos" morales. Nos interesa también observar la manera en que un código de ética explícito compromete a un grupo de juramentados, que se asocian en hermandad (en una "Orden" para ayudarse mutuamente y para servir mejor a su comunidad o a su sociedad. Un profesor de moral tiene que decir algo sobre esta combinación de formulación kantiana de imperativos y de compromiso social ateniense. Sus propios alumnos tendrán que someterse dentro de poco a la ceremonia del juramento de honor.
 

¤ 2.

Para empezar tomemos como punto de partida el juramento hipocrático de los médicos de la Atenas clásica, cuyo texto reza, más  ó menos, así:
"Juro,

   invocando como testigos al Medico Apolo y a Asclepiades, y a Higia y Panakeia y a todos los 
  dioses y diosas, que cumpliré con mi mayor empeño y juicio este Juramento y este Compromiso :

- Respetaré, como hago con mis padres, al que me enseño ésta profesión; compartiré con el mis
  recursos; y cuidare de el si esta en necesidad. Considerare a sus sucesores como hermanos míos
  y, si así lo desean, les enseñare ésta profesión, sin exigirles dinero ni contrato.

- Brindaré, a mi hijos y a los hijos de mi maestro, asesoramiento, lecciones y todo tipo de
  ensenanza; tambien a los estudiantes que, de acuerdo a la tradicién de lo médicos, estén
  ligados   por contrato y obligados por juramento, pero, aparte de ellos, a ninguna otra persona.

- Daré mis prescripciones para provecho y consuelo de los enfermos, con mi maximo empeño y
  juicio, protegiéndolos de cualquier daño o injusticia.

- A nadie -así me lo pidiesen- administrare veneno mortal, ni daré consejos al respecto. Tampoco
  suministrare nunca a una mujer medios para abortar.

- No operaré cálculos de vejiga sino que lo dejare a los que tienen ese oficio.

- A cualquier casa adonde ingrese lo haré para provecho y consuelo de los enfermos,
  absteniéndome de toda incorrección y de todo tipo de ofensa, lo mismo que de cualquier acto
  impúdico al tratar los cuerpos de mujeres y hombres, libres y esclavos.

- Todo lo que vea y oiga durante el tratamiento o fuera del tratamiento, tratándose de asuntos
   humanos que no deben difundirse, lo guardare en silencio y lo considerare un secreto.

   Si cumplo con este Juramento y no lo lesiono, tenga yo existo en la vida y en esta profesion, así
   como reconocimiento eterno de todos los hombres.

   Si lo paso por alto y me hago perjuro, que me ocurra lo contrario." [3]

   Deseo fijarme en tres aspectos del presente texto del juramento hipocrático: [4]

  • a) en la técnica misma de la profesion se prohibe facilitar el suicidio y el aborto; se establecen, además, ciertos ambitos de competencias o especialidades, como dejar el tratamiento de cálculos a otro tipo de medicos. Esto último también puede interpretarse en el sentido de que los juramentados hipocráticos rechazan por principio la cirugía;


  • b) en la formación y educación de futuros nuevos colegas se ponen las bases para una verdadera hermandad; cada medico se compromete a formar, con los secretos de su ciencia, a sus propios hijos y a los hijos del que fue maestro suyo, gratuitamente por lo demas; aparte de los hijos, también a los estudiantes o médicos que reemplacen al maestro y, en general, a todos los aspirantes a médicos que hayan hecho este mismo juramento, pero a nadie mas; [5]

  • c) finalmente, se ponen las bases definitivas de la hermandad solidaria mediante el compromiso de compartir con el maestro, de por vida, los medios de subsistencia; y, en caso de emergencia, hacerse cargo totalmente del maestro.

Sin quitarle ninguna importancia al primer aspecto, mas bien tecnico, que se refiere al recorte de la libertad profesional en areas especificas (como el suicidio, el aborto y la cirugia de calculos de vejiga), soy de la opinion de que el peso y la exigencia del juramento o del codigo tienen que ver, sobre todo y en primer plano, con la construccion de una hermandad de juramentados. [6] Esa hermandad y esa solidaridad justifica realmente el juramento.

Evidentemente el juramento también supone, y hasta hace explicita, toda una concepción de la vida moral, vista por el medico, y toda una concepcion, a veces en detalle, de como ha de ser su conducta moral en el tratamiento y en la terapia. El secreto profesional y la forma técnica y "angelica" de realizar los examenes médicos corporales, son buenos ejemplos (por no repetir lo del suicidio, aborto y cirugia de vejiga). Estimo, no obstante, que, supuestos los compromisos técnicos y específicos que se someten a juramento, son los otros juramentos los realmente valiosos, a saber, los que ligan a los juramentados entre si y que dan pie a una comunidad juramentada y a un grupo de tecnicos que se ayudan entre si y, sobre estas bases, trabajan por el bien de los demás, de los no juramentados.

¤ 3.

Si desde estas perspectivas pasamos a una lectura de los textos de los codigos de etica de nuestros colegios profesionales, encontraremos que carecen de un contenido moral tecnico-especifico y, mucho menos, de algun tipo de atadura fraterna, por la que valga la pena ponerse a decidir si uno jura o no jura. [7]

El texto del codigo de etica de cualquiera de los colegios profesionales no hace sino reiterar excelentes normas de conducta moral que todo el mundo ya sabe y que cualquier otro profesional no colegiado, cualquier trabajador, obrero o empleado, cualquier ciudadano, en general, conoce perfectamente, sin que para eso tenga que "colegiarse" ni, mucho menos, hacer un "juramento de honor". Tampoco se ponen, bajo juramento, las bases y estructuras de una hermandad de juramentados.

Por ejemplo, el art. 8 del codigo de los abogados:

El abogado debe actuar con prudencia, honestidad y buena fe. No puede, por lo tanto, aconsejar la comisión de actos dolosos, afirmar o negar con falsedad, hacer citas inexactas, incompletas o maliciosas, ni realizar acto alguno que estorbe o distorsione la administración de la justicia.

Cualquier ciudadano bien educado sabe que debe cumplir esas normas, que sin duda son milenarias y, sin duda, universales, validas para todo tipo de trabajo y vida social, para todos los pueblos, todas las culturas y todas las épocas.

Naturalmente que esta en primer plano la específica obligación del abogado, comprometido como nadie en la administracion de la justicia. Pero un empresario,  una empleada de un banco o un sacerdote saben perfectamente que, en los tribunales ó fuera de ellos, deben decir la verdad y actuar con buena fe.

(!Si un abogado tuviera que comportarse en los términos que le pide el art. 8 de su código de Etica, exclusivamente porque asi se lo pide el código de ética, seria algo realmente lamentable! Dicho de otro modo: ningún abogado requiere de un código de ética que le recuerde como a niño pequeño ese tipo de normas de conducta moral. Y en ese sentido tienen razón los profesionales colegiados cuando dicen que lo importante no es el codigo sino su conciencia.)

Lo mismo cuando el art. 4 del codigo de Etica de los arquitectos subraya:

El arquitecto debe obrar con honestidad y buena fe. No ha de aconsejar actos dolosos, afirmar o negar con falsedad, ejercer coaccion, soborno sobre funcionarios publicos o, en el desempeno de su cargo, realizar gestiones que tiendan a beneficiarlo.

No solo el arquitecto colegiado debe comportarse de esa digna manera. También el maestro de obras, los obreros, los practicantes dibujantes, los choferes de la obra, !todo el mundo debe portarse de igual modo!

Dicen el art. 22 del codigo de los abogados y el art. 77 del codigo de los médicos:

  • La puntualidad es deber del abogado en todos sus actos profesionales y, particularmente, en lo que se relaciona con la citación de los tribunales y las reuniones con clientes y colegas.

  • Es deber del médico concurrir a la hora acordada [Está hablando de las Juntas Medicas]. En caso de imposibilidad deberá dar aviso. De no haberse recibido excusa previa, una espera de quince minutos será el máximo de tolerancia.

Si creemos que el tema de la puntualidad amerita que se lo incluya en un codigo de honor que será solemnemente jurado por los colegiados, entonces valdría la pena ver como lo incluimos también en la Constitución de la República o en la letra del himno nacional...

Si esto es todo lo que contienen los codigos de Etica, tendrán razón los colegiados cuando digan que nunca leyeron el código de su Colegio o, eventualmente, que ni sabían que tenían un código.

Hay excepciones.

Por ejemplo, el realmente hermoso este apotegma del codigo de etica de los medicos:

El medico tiene el deber tradicional de prestar atencion gratuita a los colegas que la requieran, a la esposa e hijos y a los padres que dependan economicamente del colega. Este servicio se prestara previo mutuo acuerdo respecto a momento y lugar, salvo caso de emergencia en que la atencion debe ser inmediata y en el lugar de la emergencia.

Igualmente hermoso y, todavia, mas solidario tambien de  los  Medicos:

Cuando un medico se ve imposibilitado, por enfermedad, de atender a sus pacientes privados y su condicion economica es dificil, es deber moral de los colegas, amigos y discipulos, reemplazarle en la atencion a esos pacientes desinteresadamente, entregandole los honorarios percibidos.

Nadie negara que estamos ante normas de moral solidaria que todos sabemos que serian ideales para nuestro trato con colegas y companeros de labor. Y con ellas se construye una hermandad al interior de la sociedad. Pero estamos, ahora si, ante normas que sobrepasan el comportamiento moral normal. No son pautas de una moral ideal que, ojala, todos estarimos dispuestos a poner en practica "si buenamente podiesemos" pero que no nos pueden obligar a jurarlas solemnemente. Todo lo contrario. Aqui se trata de lo que formal y explicitamente jura cumplir un medico colegiado, efectivamente dentro de la vieja tradicion hipocratica.

Si todo el codigo de Etica del Colegio Medico y todos los codigos de los diversos Colegios contuvieran primordialmente clausulas de este tipo, tendriamos que sacarnos el sombrero y, definitivamente, respetar a este tipo de profesionales que juran portarse de ese modo, al margen de si se cumplen o no los juramentos (lo cual no es materia del presente trabajo).

Pero no en vano se remite ese art. 65 de los medicos a una tradicion ("el medico tiene el deber tradicional..."). Es la tradicion que proviene de los medicos atenienses, formados tecnica y moralmente en el espiritu del maestro Hipocrates.

Mil anos antes de que apareciesen los "gremios" profesionales medievales y dos mil anos antes de las modernas asociaciones profesionales modernas, los medicos atenienses sentaron las bases morales de una clase muy particular de ayuda mutua que, con toda razon, es objeto de juramento de honor puesto que va mas alla de las normas morales de cualquiera de nosotros.

Al leer, sin embargo, los actuales codigos de Etica de nuestros colegios profesionales, se tiene la impresion de que aquellas lineas de solidaridad se han perdido por completo. Y por eso, una vez mas, el juramento de honor es, como dicen los entrevistados, una formalidad, una instancia legal para ejercer la profesion, sin ninguna especial convocatoria moral.

Es también una luminosa excepción, el art. 74 del código de Etica del Colegio de Psicólogos, evidentemente tomado de la tradición médica y del actual código Médico:

Cuando un psicólogo se ve imposibilitado por razones ajenas a su voluntad de atender a sus clientes privados y su condicion economica es dificil, es deber moral de sus colegas y amigos reemplazarle en la atencion a esos clientes y entregarle los honorarios recibidos

Y una muy hermosa excepcion adicional: el abogado tendria que saber que ha jurado un codigo que, en su art. 48, al enumerar los criterios para estimar el monto de sus honorarios, senala que debe tener en cuenta, entre otras cosas:

La capacidad economica del cliente, considerando que su pobreza obliga a cobrar menos y aun a no cobrar retribucion si esta debidamente comprobada



El art. 123 del codigo de Etica del Colegio Medico lo dice en tono menor:

Los honorarios deberan estar en relacion con el nivel economico de la poblacion en que se ejerce.

Podemos tambien aceptar que con respecto a los detalles tecnicos-especificos a los que hemos hecho alusion, el codigo de etica del Colegio Medico reglamenta asuntos importantes para la vida humana como trasplantes de organos, abortos, transfusiones de sangre, injertos, normalmente en conexion con el codigo Sanitario y, en general, en el gran contexto del codigo Penal; tal vez estos asuntos (aunque yo no lo pienso totalmente asi) ameritan ser objeto de un juramento de honor.

Seguramente puedo haber pasado por alto tambien alguna que otra clausula aislada de algun codigo de Etica Profesional, fuera del del Colegio Medico, que a alguien le parezca digna de un juramento de honor, y me agradaria mucho que se me corrigiese en todo lo que estoy diciendo. Tengo el mayor interes en que los codigos de etica de los colegios profesionales convoquen efectivamente a una "moralizacion" de los juramentados y de sus respectivos publicos. Pero su lectura creo que no nos suscita ningun entusiasmo especial ni creo que lo puedan suscitar en ningun profesional maduro.

Estimo que los Colegios Profesionales deberian repensar el contenido formal de sus codigos y, tal vez antes de eso, repensar que tipo de institucion humana desean ser y que tipo de solidaridad fraterna desean someter a juramento. [8]

Como profesor de futuros profesionales, eventualmente colegiados, les suelo recordar a ellos que no existe ningun "imperativo categorico" ni ninguna "voz de la conciencia" salidas debajo de las piedras del "misterio" metafisico humano. Existe la sociedad humana, con su red de intercambios, relaciones y aprendizajes; con su lenguaje, sus ritos, sus costumbres, sus simbolos, sus sistemas de comunicacion y de sobrevivencia. En su seno aparece la moral como sistema de control reciproco y de integracion.

No se estudia la moral zambulléndose en el interior del individuo que somos cada uno de nosotros. Se estudia la moral observando que tipo de sociedad han venido construyendo los seres humanos, que han pensado y en que han fracasado en la ineludible tarea de vivir unos junto a otros. Se estudia la moral, en definitiva, al mismo tiempo que el propio estudioso e investigador se compromete o no, critica o no, enjucia o no, aporta o no, a la discusion de cuales son los valores por los que queremos optar como grupo, como sociedad, como comunidad, como hermandad.

Debo decir, lo más honradamente que puedo, que me da mucha pena que el juramento de honor de un codigo de ética profesional pueda parecer y ser, hoy en día, algo de tan poca importancia.

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